miércoles, 17 de marzo de 2010

Los principios de la tercera etapa

según Jou Tsung Hwa

En su libro Taijiquan zhi Dao [El Dao del taijiquan], el maestro Jou Tsung Hwa (1917-1998) enumera los principios que deben regir el aprendizaje del arte. Distingue tres etapas, que designa ‘humana’, ‘terrenal’ y ‘celestial’, en alusión a los ‘tres poderes’ [San Cai] de la naturaleza que distingue la antigua filosofía china. Entre septiembre y noviembre del año pasado publicamos ‘Los cuatro principios de la primera etapa’. En la primera mitad de marzo de este año publicamos ‘Los principios de la segunda etapa’. Ahora iniciamos la publicación de los principios que Jou considera rectores de la tercera (la ‘celestial’) del aprendizaje.

Las etapas ‘humana’ y ‘terrenal’ ponen el acento en el desarrollo de las posturas del taijiquan. En la etapa ‘celestial’, en cambio, los métodos se concentran más en el entrenamiento mental. Se enfocan principalmente en (1) distinguir lo lleno de lo vacío; (2) regular la respiración; (3) disciplinar la perceptividad; y (4) buscar el vacío y la quietud.

Lo lleno y lo vacío
En las primeras dos etapas tu movimiento está constreñido por las exigencias de lentitud y ritmo constante de man y yun. La fase inicial de la tercera etapa te ayuda a aquietarte por otra vía: aprendes a concentrar el foco de tu atención, en lugar de tratar de cumplir una profusión de normas. Ahora debes olvidar todos los puntos mencionados antes. Abandona la complejidad; en tu práctica concéntrate tan sólo en distinguir lo vacío de lo lleno.

No tardarás en advertir cómo se aplica este principio al traslado del peso. Sabes que colocar todo el peso del cuerpo sobre una pierna hace que esa pierna pase a estar llena, en tanto que la otra se queda vacía. Pero en verdad el principio de distinguir vacío y lleno involucra sutilezas que van más allá de trasladar el peso del cuerpo.

Por ejemplo, cuando empujas, las manos están vacías al comienzo del movimiento, pero llenas al final. A medida que la palma se va entendiendo hasta llegar al final, el centro de la palma se eleva ligeramente para revelar la chansijing [1] que ‘está enraizada en los pies, surge por las piernas, es controlada por la cintura y se expresa en los dedos.’ Este estiramiento conduce al máximo de solidez, o yang extremo.

Cuando retraes mano y mente de lleno a vacío, el yang extremo genera yin. En este proceso la palma tensa se relaja y se transforma en yin extremo.

Golpear con el puño encarna el mismo principio. Al comienzo el puño debe estar suelto o vacío; sólo al final se aprieta, poniéndose sólido (lleno). Cuando retraes el puño se vuelve a soltar, la solidez vuelve al vacío. Así, tu puño se aprieta o suelta según la alternancia yin-yang que hay en cada acción.

Es muy importante que te acuerdes de coordinar la condición llena o vacía de tus mano con la cintura, las piernas, y cada parte del cuerpo. Cuando tu palma se alza un poco para manifestar extrema solidez, tensa cada parte de tu cuerpo. Al interior de tu cuerpo, cambia de cerrado a abierto.

Hablamos de ‘abrir’ con referencia a los movimientos en que tu cuerpo se extiende y expande. Cuando tu palma se retrae y relaja, manifestando que el yang extremo está generando yin, y tu cuerpo se contrae y compacta como puerta cerrada, hablamos de ‘cerrar’.

Cuando das un paso hacia adelante y tu talón toca el suelo primero, para luego ir plantando gradualmente la suela, asegúrate de coordinar este movimiento con los de la mano, y cambia tu cuerpo de cerrado a abierto. De igual modo, cuando retraes el pie el interior del cuerpo cambia de abierto a cerrado, acompañando la transición de la mano de lleno a vacío. Todas estas combinaciones internas y externas de movimientos de apertura y cierre se basan en la chansijing.

Si llegas a dominar la habilidad de percibir lo vacío y lo lleno, ningún adversario puede ofrecerte oposición o interferencia cuando te abres para atacar. Cuando te cierras no hace falta esquivar, agacharse o hacer contorsiones para eludir un ataque: simplemente cambias la dirección de la fuerza del adversario como si ésta se estuviese aplicando contra la rosca de un tornillo.

Al practicar, recuerda el siguiente principio: a partir de una intención firme, primero abre o cierra el cuerpo por dentro, luego extiéndete para manifestar el movimiento al exterior. A medida que una parte del cuerpo entra en acción, moviliza todas las demás en apoyo de esta acción. Debe haber total armonía entre cuerpo y mente.

En suma, las manifestaciones de vacío y solidez en el taijiquan son complejas. A veces el lado derecho de tu cuerpo está vacío y el izquierdo lleno, o vice-versa; a veces el brazo derecho y la pierna izquierda están vacíos, o vice-versa. En otras oportunidades lo vacío aparece entre lo sólido, y lo sólido aparece dentro de lo vacío, así como los cambios de yin y yang se suceden de manera impredecible.

El Yijing [I Ching] nos dice que lidiemos con circunstancias cambiantes aferrándonos a un principio fundamental. En concordancia con el principio de cambio expuesto más arriba, hay una norma inamovible que gobierna todas las combinaciones de cambios entre apertura y cierre. Ya que el taijiquan aspira a enseñarte eventualmente a ser como una esfera de taiji [2] , estos incontables cambios entre apertura y cierre se concentran a la larga en dos principios esenciales:

(1) Que la línea del centro de gravedad de tu cuerpo pase siempre por un pie, el sólido, en tanto el otro permanece vacío.

(2) Que al moverse el cuerpo hacia adelante, atrás, izquierda o derecha, tu centro de gravedad (el dantian) se mueva sobre una línea paralela al suelo, tal como hace una pelota cuando rueda.

Si observas estos dos principios lograrás maestría sobre los cambios entre lleno y vacío.

[1] ‘Energía de desenrollar seda’; la energía espiral que se asocia principalmente con el estilo Chen, pero que también se cultiva en otras escuelas. Jou la describe con una cita del Taijiquan jing (‘Clásico del Taijiquan’), atribuido tradicionalmente a Zhang Sanfeng, con lo cual se apropia de la chansijing como parte del acervo del taijiquan por encima de las diferentes escuelas. Es de notar que el Clásico no figura entre los textos conservados por la familia Chen.

[2] Alusión al taijitu, o representación del yin-yang, en su versión más conocida, la del círculo con los ‘dos peces’.

lunes, 15 de marzo de 2010

Los principios de la segunda etapa

según Jou Tsung Hwa
[Continuación]




Cambiar de ritmo para lograr man

Para lograr un desarrollo correcto de man [ritmo pausado] deberás ser capaz, también, de moverte con rapidez. Por supuesto, no podrás lograr máxima rapidez a menos que puedas lograr máxima lentitud. Lo que hay que cambiar es el ritmo al cual se ejecuta la rutina; lo que no cambia es el propósito: moverse con la mayor lentitud.

Cuando no puedas moverte más lentamente, ejecuta la rutina con rapidez. Nunca pierdas de vista, sin embargo, que tu propósito sigue siendo volver a practicar pausadamente. Mediante esta alternancia cíclica, vuelves cada vez al desarrollo de man.

Cambiar la forma para liberarte de la forma
Para liberarte de la forma primero debes estirar y expandir al máximo las posturas. Cuando lo hayas logrado, encoge las posturas hasta que sean estrechas y compactas. Como seguir compactando violaría los principios básicos, el ciclo debe volver a la expansión. Aquí lo que cambia es la amplitud de la postura, y lo que no cambia es el propósito de contraer la postura hasta la dimensión de un punto, o lograr, en efecto, que no haya postura.

Adaptación
La aplicación de estos aspectos del cambio depende totalmente de tus propósitos y aptitudes personales. Así ocurre con el taijiquan en su totalidad: sólo tú , en verdad, puedes desarrollar tu programa de estudios; sólo tú puedes enseñarte taijiquan. Nadie más que él mismo le enseñó a Zhang Sanfeng [1] ; él aprendió a partir del descubrimiento de los principios básicos del taijiquan. Ésta debiera ser la meta de todo estudiante del taijiquan.

Busca lo inalterable en medio del cambio y aférrate a él. En tu repertorio, el cambio es tu instrumento y la más importante de tus técnicas.

Como estas nociones pueden parecer demasiado abstractas, aquí va una sugerencia final de aplicación práctica. Una vez que hayas dominado, mediante prolongado estudio, ardua práctica y la ayuda de un excelente instructor, la rutina del lado derecho, pasa a procurar igual destreza del lado izquierdo, pero sin instructor. Sólo de esta manera podrás precisar cuánto has aprendido y desarrollado por cuenta propia, a diferencia de lo logrado por imitación superficial.

[1] El legendario sabio taoista a quien se le atribuye la creación del taijiquan. Dice la leyenda que descubrió los principios del arte observando una lucha entre una víbora y un pájaro.

[Con esta entrega concluye esta serie.]

domingo, 14 de marzo de 2010

Los principios de la segunda etapa

según Jou Tsung Hwa





















En su libro Taijiquan zhi Dao [El Dao del taijiquan], el maestro Jou Tsung Hwa (1917-1998) enumera los principios que deben regir el aprendizaje del arte. Distingue tres etapas, que designa ‘humana’, ‘terrenal’ y ‘celestial’, en alusión a los ‘tres poderes’ [San Cai] de la naturaleza que distingue la antigua filosofía china. Entre septiembre y noviembre del año pasado publicamos ‘Los cuatro principios de la primera etapa’. Ahora iniciamos la publicación de los principios que Jou considera rectores de la segunda etapa (la ‘terrenal’) del aprendizaje.


Los tres poderes
Para lograr equilibrio correcto en esta etapa del aprendizaje del taijiquan, debes internalizar el concepto de los ‘tres poderes’: hunde tu peso a través de los pies, que corresponde a la tierra; eleva el espíritu [shen] a la coronilla, que corresponde al cielo; y concéntrate en el dantian, que corresponde a lo humano. Si este concepto se expresa correctamente, en cada postura del taijiquan el cuerpo estará articulado de manera apropiada: ni demasiado bajo ni demasiado alto. En tal postura representas el universo donde, según la visión tradicional china, las sustancias más ligeras ascienden y forman la atmósfera, y las más pesadas descienden y forman la tierra.

Parece una paradoja que se requiera la aplicación simultánea de los principios de song, ling y chen. ¿Cómo puedes relajarte, ser ágil y hundirte a la vez? Resuelve la paradoja recurriendo al principio de los tres poderes. Primero, hunde el peso hacia la tierra. Luego, concéntrate en el dantian. Finalmente, eleva el shen a la coronilla. Así estarás equilibrado, alerta y pronto a moverte con agilidad.

Los cambios
El taijiquan privilegia el desarrollo individual cíclico por encima de la imitación y la uniformidad. En muchas actividades físicas los instructores buscan uniformidad en las posturas de los estudiantes, y los estudiantes se esfuerzan por lograr una imitación exacta de sus instructores. Hay buenos motivos para enseñar de esta manera, pero si no se introduce el concepto de cambio, existe el peligro de que el método de aprendizaje se convierta en la meta.

El ballet, todo gongfu y muchas otras actividades físicas exigen la repetición interminable de posturas para lograr perfecta uniformidad. Este enfoque es excelente, pero no tiene en cuenta la posibilidad de que el estudiante pueda lograr un nivel de pericia superior al del instructor. Además, este método no toma en cuenta las diferencias físicas, intenciones y deseos individuales de cada uno.

En la práctica del taijiquan se incorpora el concepto de cambio como tema a estudiar. Aprendes las cosas que no cambian y vas incorporando cambio al justar las posturas a tus intenciones y capacidades físicas.

Por ejemplo, en la secuencia de Víbora se desliza hacia abajo [o Látigo en cuclillas] ya conoces los principios que no deben ser violados: los pies plantados sobre el suelo, el torso erguido, altura constante, etcétera. La ejecución de la secuencia es cosa tuya, en tanto mantengas inalterados los principios básicos, y esto permite que la secuencia cambie y se vaya desarrollando. En lugar de imitar la postura del instructor, desarrolla la individualidad para actualizar mejor los principios del taijiquan.

Esta manera de proceder también toma en cuenta las diferencias entre las metas individuales, ya que la persona que se orienta hacia la mejoría de su salud puede actualizar las posturas de manera diferente a la de otro cuya intención es lograr destreza en lo marcial. Por diferentes que parezcan, las prácticas de ambos serán correctas en tanto no violen los principios básicos del taijiquan.

domingo, 7 de marzo de 2010

Las cinco energías del taijiquan

[Continuación]



5 – Quan: integradora


En el taijiquan cada movimiento pone en juego el cuerpo entero. Como se dice: ‘Cuando una parte del cuerpo se mueve, se mueve el cuerpo entero; cuando una parte está quieta, el cuerpo entero está quieto.’ La energía empleada en cada movimiento ‘se expresa’ en los dedos, y por ello es necesario que los dedos tengan la sensación del Qi, mostrando que tu energía vital ha sido movilizada y que tus movimientos están guiados por la perceptividad.

En el taijiquan los movimientos ‘vacíos’ se distinguen con claridad de los ‘llenos’. También hay movimientos de apertura y de cierre, que se van alternando.. Luego tienes los movimientos ‘superiores’ de las manos, y los ‘inferiores’ de las piernas, y hay movimientos interiores y externos. Todos estos extremos se van complementando.

Al concluirse la rutina ha sido ejercitado el cuerpo entero, externamente en cuanto a músculos, huesos y coyunturas, internamente en cuanto a los sistemas nervioso, respiratorio, circulatorio, digestivo y excretorio. Es por ello que se dice que cada movimiento del taijiquan es un movimiento del cuerpo entero. Esta es la integridad o plenitud de esta energía que forma la esencia del taijiquan.

Hay un conocido refrán que dice ‘el agua que corre nunca se estanca, y los goznes de las puertas nunca son carcomidas.’ Esto quiere decir que es provechoso hacer ejercicios que entrenan a todo el cuerpo. Hay pocos ejercicios que puedan compararse al taijiquan en cuanto a movilizar todo el cuerpo, tanto al interior como al exterior, y a coordinar la respiración con el movimiento del cuerpo.

Es absolutamente necesario para la práctica del taijiquan comprender y adquirir las mencionadas cinco energías. Cuando empiezas a practicar taijiquan debes primero practicar los movimientos. Esto se llama ‘practicar la rutina’ o ‘montar la estructura’. Luego debes aprender a practicar las cinco energías.

La rutina es fácil de aprender, pero llegar a asimilar las cinco energías es difícil. Si practicas correctamente la rutina te beneficiarás del esfuerzo físico, pero mucho más importante es aprender las cinco energías. Cuando las hayas aprendido te beneficiarás plenamente de sus efectos de fomento de la salud. Esto, a la vez, estimulará tu interés en el taijiquan y adquirirás el hábito (casi adicción) de hacerlo con regularidad.

NOTA: Conviene recordar que aquí, como en otros textos sobre taijiquan, energía debe entenderse como habilidad o cualidad.





[Con esta entrega concluye la serie.]

Las cinco energías del taijiquan

[continuación]








3 – Yuan: circular



Al practicar taijiquan es necesario moverse con agilidad y de manera circular. Esto se aplica a todos los movimientos sin excepción. brazos y manos deben describir movimientos graciosos, circulares, en forma de arco o curva, en lugar de líneas rectas. Este es esencial para evitar rigidez y para ser más ágil y preciso. Si esto se logra será mucho más fácil hacer que los movimientos sean ligeros, sueltos y flexibles. Las piernas también deben avanzar y retroceder describiendo curvas, no ángulos agudos.

Por ejemplo, en el movimiento inicial ambas manos deben describir un arco al descender. Otro ejemplo es la secuencia de Látigo, en que ambas manos deben describir un semicírculo horizontal al girar a la izquierda y la mano derecha ha de proyectarse en curva al formar la ‘mano de gancho’. De manera semejante, en la secuencia de Desvío, Quite y Golpe de Puño, la mano derecha describe un círculo hacia el hombro derecho en tanto que la mano izquierda desciende en arco antes de que se descargue el golpe. De hecho, casi todas las ilustraciones que muestran el curso del próximo movimiento lo describen con curvas. [1]


4 – Zhuan: concentrada




Al practicar taijiquan debes concentrarte. Aunque conozcas a la perfección todos los movimientos debes estar totalmente absorto, con la atención concentrada en el ejercicio. Sólo manteniendo esta concentración de principio a fin podrás regular y templar la corteza cerebral y obtener del taijiquan los frutos esperados.

¿Cómo lograr esta concentración? Volvamos al movimiento inicial. Cuando estés relajado y concentrado sentirás los dedos entumecidos. Esto significa que has guiado el Qi hasta los dedos. Esta sensación del Qi debe mantenerse a lo largo de la rutina. Si tus movimientos no son continuos, suaves y curvos, la concentración se cortará y la sensación del Qi desaparecerá. Como se ha dicho, la acción debe ser guiada por la perceptividad. De otro modo no llegarás a un estado de total concentración, aunque hagas los movimientos de manera técnicamente ‘perfecta’.

La concentración no se exhibe: es un estado de ánimo, y la sensación del Qi sólo puede sentirse internamente. Por lo demás, la suavidad, continuidad y circularidad de los movimientos sí pueden verse. Si no vemos estas cualidades en los movimientos podemos decir con certeza que el practicante no ha logrado concentrarse. Cuanto más, podremos decir que está practicando la rutina de manera mecánica, sin absorber la esencia del taijiquan.

[1] Ver, por ejemplo, las ilustraciones del libro Yang Chengfu: Métodos de aplicación del taijiquan.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Las cinco energías del taijiquan - 2


Lian: continua

Por energía continua entendemos un fluir continuo de principio a fin, con mente y cuerpo libres de trabas. La primera parte de este principio es fácil de entender y de practicar: todos los movimientos se enlazan sin interrupción; el final de una acción es la preparación del movimiento siguiente. El flujo del movimiento no debe interrumpirse y la cualidad mian-lian (suave y continua) no debe quebrarse. Este principio no se aplica tan sólo a los movimientos que componen una secuencia, sino a todas las secuencias que componen cada rutina. Una descripción muy atinada del taijiquan es que se asemeja a ‘nubes que flotan y agua que corre’.

La perceptividad es esencial para la práctica del taijiquan. Debes emplearla para guiar la fuerza. Cada acción — subir o bajar, contraer o estirar — ha de ejecutarse aplicando fuerza bajo la dirección de la perceptividad.

En la práctica del taijiquan es esencial respirar con el diafragma de una manera que difiere mucho de la respiración profunda que se practica en otros tipos de ejercicio para reponer la gran cantidad de oxígeno que se consume. Como los movimientos del taijiquan son pausados y relajados, no hace falta respiración profunda para reponer oxígeno.

El patrón básico es: alzar-inhalar, bajar-exhalar; retraer-inhalar, extender-exhalar. Este patrón debe ser tu meta. Si sientes que tu respiración no es suave y cómoda, o que te falta el aliento, este patrón puede modificarse; pueden introducirse ciclos pequeños de respiración en medio del ciclo mayor de exhalación-inhalación. Durante las etapas iniciales de práctica del taijiquan es difícil evitar el añadir estos pequeños ciclos de ajuste. Lo que debes evitar de todos modos es que te falte el aliento o que contengas tu respiración.

Respira por la nariz, con la boca cerrada o apenas entreabierta. Debes inhalar y exhalar de manera pausada y pareja; cada fase debe tener la misma duración. Esta manera de respirar siempre deja una reserva de aire en los pulmones; la inhalación no llena por completo los pulmones ni la exhalación los vacía del todo. Para determinar qué volumen de aire inhalar o exhalar, déjate guiar por la naturaleza, es decir, respira con naturalidad.