viernes, 6 de marzo de 2009

Secreto de los Cinco Caracteres


Por
Li Yiyu




La mente [ xin ] debe aquietarse. De lo contrario uno no puede concentrarse, y al alzar el brazo o moverse hacia adelante o atrás, izquierda o derecha, le faltará foco a la dirección. Es por lo tanto indispensable aquietar la mente. Al iniciar un movimiento, no puedes controlarlo por ti mismo. Debes aquietar la mente y comprender con el cuerpo. Tus movimientos acompañan a los del adversario. Cuando el otro se pliega, uno se extiende, sin desconectarse ni resistir. No te extiendas ni retrocedas por cuenta propia. Si mi adversario tiene li, yo también lo tengo, pero el mío se le anticipa. Si mi adversario no tiene li, yo tampoco, pero mi mente sigue anticipándosele. Es necesario estar siempre alerta; dondequiera se nos toque, allí debe ir la mente. Debes descubrir la información mediante la práctica de no desconectarte ni resistir. Sigue este método y en un año, o medio año, lo encontrarás instintivamente en tu cuerpo. Todo esto quiere decir que debes usar la mente [ yi ], no la fuerza [ jin ]. Con el correr del tiempo seré yo quien controle al adversario, no él a mí.





Si el cuerpo es lerdo uno no puede avanzar o retroceder como quisiera. Por ello, el cuerpo debe ser ágil. Una vez que alces el brazo no puedes perder vivacidad. En el preciso momento en que el adversario toca mi piel o mi pelo, mi mente ya está penetrando sus huesos. Al alzar los brazos, el Qi se enhebra por todo el cuerpo. Si el lado izquierdo está pesado, se vacía, y ya el brazo derecho está respondiendo. El Qi es como una rueda, y todas las partes del cuerpo deben coordinarse entre sí. Si alguna parte queda descoordinada, el cuerpo queda desordenado y debilitado. El defecto ha de encontrarse en la cintura y las piernas. Primero la mente sigue al cuerpo. Acompaña al adversario; no te sigas a ti mismo. Cuando sólo te sigues a ti mismo, tu movimiento es torpe, pero cuando acompañas al adversario es vivaz. Cuando puedas seguir al adversario, tus manos podrán distinguir y sopesar con precisión la magnitud de su fuerza, y medir la distancia de su aproximación sin errarle por un solo pelo. Avanzando o retrocediendo, todo será perfecto. Cuanto más tiempo dediques al estudio, más refinada será tu técnica.




Si el Qi está disperso y no se acumula internamente es fácil de desperdigar. Deja que el Qi penetre la columna y que la inhalación y exhalación sean suaves e ininterrumpidos, llenando todo el cuerpo. La inhalación cierra y recoge, la exhalación abre y descarga. Así como la inhalación puede, naturalmente, alzar y desarraigar al adversario, con igual naturalidad la exhalación puede bajar y despedirlo [ fa fang ]. Esto se logra dirigiendo el Qi con la intención [ yi ], no con la fuerza [ li ].




Con la práctica el jin del cuerpo se convierte en una unidad. Distingue con claridad lo sustancial y lo insustancial. Para descargar energía [ fa jin ] es necesario estar enraizado. El jin asciende desde el pie, es dirigido por la cintura, se manifiesta en los dedos, y es proyectado desde la espalda y la columna. Debemos elevar por completo el espíritu en el preciso momento en que el jin del adversario está por manifestarse pero no ha sido descargado. Así, mi jin se ha encontrado con el suyo ni tarde ni temprano. Es como usar yesca para encender un fuego, o como una fuente que surge. No debe haber el menor desorden ni al avanzar ni al retroceder. Aunque sientas como si tu piel ardiese o si te vapuleara un torrente, no debes perturbarte en lo más mínimo. En la curva busca la recta, acumula y luego descarga. Así podrás seguir a tus manos y lograr un resultado ventajoso. Esto se llama tomar prestada la energía del adversario o disipar una fuerza de 500 kilos con 200 gramos [1].



Habiendo asimilado los cuatro caracteres anteriores, todo se resume en concentrar el espíritu. Si el espíritu está concentrado, el Qi circula sin impedimentos. La esencia vital y el Qi vuelven al espíritu [ shen ] y el Qi se manifiesta en agilidad. Con el espíritu concentrado, el abrir y cerrar ocurren en la secuencia apropiada y la distinción entre lleno y vacío es clara. Si la izquierda está vacía, la derecha está llena, y vice-versa. Vacío no quiere decir carente de toda fuerza. Lleno no quiere decir colmado por completo. Simplemente, el espíritu debe estar concentrado: los focos críticos son la mente [ xin ] y la cintura, no la fuerza externa [ li ].

Al no estar ni afuera ni separada, la energía [ jin ] se toma prestada del adversario y el Qi se descarga desde la columna. ¿Cómo puede descargarse el Qi desde la columna? El Qi desciende desde los hombros, se recoge en la columna y se derrama en la cintura. Cuando el Qi se mueve desde arriba hacia abajo, se llama cerrar. Desde la cintura el Qi asciende por la columna, se extiende a los brazos y se usa en los dedos. Cuando el Qi se mueve de abajo arriba se llama abrir. Cerrar es recoger, abrir es descargar. Cuando reconoces el abrir y cerrar, conoces el yin y yang. Al llegar a este nivel tu pericia mejorará de día en día. Progresivamente llegarás al punto en que podrás actuar a tu albedrío.

[1] Paráfrasis de la Dashou ge (Canción del Juego de Manos), que habla de disipar mil jin con cuatro liang. Un jin equivale a 500 gramos, un liang, a 50 gramos.

LI YIYU (1832-1892) era sobrino y discípulo de Wu Yuxiang, quien aprendió taijiquan de Yang Luchan y de Chen Qingping. Fue editor de los clásicos y autor de varios textos propios sobre el arte, entre los cuales se destaca el que presentamos aquí, en versión de Eduardo Crawley.