miércoles, 3 de septiembre de 2008

Aprendices y maestros


Un aporte de Joan Socies Bennàsser
(aprendiz de taijiquan, maestro de otras cosas)


Aprender o no aprender, el dilema es con quién. La relación entre aprendices y maestros tiene una serie de características que la hace especial. En primer lugar, tiene la característica de ser complementaria, ya no es posible ser maestro si no se tiene un aprendiz, y a la vez uno no es aprendiz si no tiene un maestro.

Otra característica importante es que puede ser de tipo simbiótico o parasitario. Una relación parasitaria es aquella en la que un miembro obtiene todo el provecho a expensas del huésped que puede llegar a morir en la relación y, por tanto, no le conviene. La relación simbiótica, en cambio, es beneficiosa para ambos miembros y, por tanto, se mantiene durante mucho tiempo.

Me parece a mí que la relación simbiótica entre aprendiz y maestro se caracteriza porque ayuda al crecimiento personal y porque no es una relación dependiente. Pero ¿cómo se construye la relación de aprendizaje entre el maestro y el aprendiz de taijiquan?

Los aprendices buscamos un maestro para que nos enseñe los distintos movimientos del taijiquan, pero el maestro nos va a enseñar algo más aunque no lo pretenda. El maestro transmite además de los distintos movimientos del taijiquan una construcción mental personal (entendida como el aprendizaje que se ha interiorizado y se ha ligado a sus propias experiencias; es un aprendizaje personal y profundo) sobre las secuencias de movimientos, los usos marciales, las implicaciones filosóficas y de salud; esto es, cómo deben hacerse los movimientos y secuencias, las distintas utilidades marciales, la importancia que tiene el taijiquan para la vida cotidiana y para la salud.

Este plus que transmite el maestro tiene implicaciones muy importantes: una que nos hace continuar la relación, o no; y que el taijiquan se convierta en un organizador de nuestra vida, o no.

Cuando el aprendizaje actúa como construcción mental personal y como organizador permite generar nuevas conductas y dejar de hacer otras que ya son obsoletas para nuestro nuevo tipo de vida. De esta forma el taijiquan nos permite aprender nuevos hábitos de salud y modos más exitosos de afrontar la vida cotidiana. Practicamos taijiquan porque nos ayuda a vivir, estamos más sanos, somos más felices, podemos esquivar y soportar mejor los embates de la vida y aprendemos a relativizar la vida cotidiana.
Como se ha dicho, la relación entre maestro y aprendiz (que no alumno) se establece para aprender. Ahora vemos que esta relación es un camino de doble dirección: el maestro también está en un proceso permanente de aprendizaje, por tanto el aprendiz siempre enseña. En el proceso activo de aprender (que es elaborar una construcción mental personal) cualquier practicante ha de mantener la actitud de observación, saber qué quiere conseguir, supervisar su práctica y evaluarla. Esta postura activa es la que a mi juicio nos permite un verdadero aprendizaje, profundo y conectado con nuestras expectativas y vivencias. Una actitud pasiva, en cambio, nos convierte en alumnos que esperan recibir una enseñanza; y no se trata de eso, sino de construir el propio aprendizaje. Y el dilema será, aún, con quien y gracias a quien aprender.

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