jueves, 10 de julio de 2008

Los 10 puntos importantes para el Taijiquan







Instrucciones verbales de Yang Chengfu, recogidas en su libro El arte del taiiiquan (Taijiquan shu), publicado en 1925, por uno de sus alumnos más célebres, Chen Weiming [1].


1. La energía en la coronilla debe ser ligera y sensible.

‘Energía en la coronilla’ significa que la cabeza debe llevarse erguida, con el espíritu [shen] enhebrado hasta arriba del todo. No debe usarse fuerza para ello. Si se usa fuerza, el dorso del cuello se pondrá rígido, y la sangre y el Qi no podrán circular. Nuestra intención debe ser la de lograr una ligera y sensible naturalidad. Sin esta energía ligera y sensible en la coronilla, la energía vital [jing shen] no puede ascender.


2. Contener el pecho y alzar la espalda.

‘Contener el pecho’ significa que hay un ligero recogimiento del pecho que le permite al Qi hundirse al Dantian. De ningún modo debemos expandir el pecho, porque esto hace que el Qi quede retenido en el pecho, creando un exceso de peso en la parte superior del cuerpo. Esto, a su vez, hace que floten las suelas de los pies. ‘Alzar la espalda’ significa que el Qi se adhiere a la espalda: si somos capaces de contener el pecho, la espalda se elevará naturalmente. Si somos capaces de elevar la espalda, podremos proyectar fuerza desde la espalda y sobreponernos a cualquier adversario.


3. Relajar la cintura.

La cintura [yao] es la regidora del cuerpo. Si la cintura está relajada, los pies tendrán fuerza y las raíces serán estables. Las transiciones de lleno a vacío provienen todas de la rotación de la cintura. Es por ello que se dice que ‘la fuerza está en la cintura.’ Si nos llega a faltar fuerza, debemos buscar la causa en la cintura.


4. Distinguir lo lleno de lo vacío.

En el taijiquan, distinguir lo lleno de lo vacío es el principio primordial. Si todo el peso del cuerpo descansa sobre la pierna derecha, esa pierna está llena, y la izquierda está vacía. Si todo el peso del cuerpo descansa sobre la izquierda, entonces ésa es la pierna que está llena, y la derecha es la que está vacía. Sólo después de distinguir lo lleno de lo vacío nuestros movimientos giratorios serán ligeros, ágiles y sin esfuerzo. Si somos incapaces de hacer esa distinción, nuestros pasos serán pesados y rígidos, nuestra postura será insegura, y con facilidad nos podrán desequilibrar.


5. Hunde los hombros y deja caer los codos.

‘Hundir los hombros’ significa que puedan relajarse, abrirse y colgar hacia abajo. Si no podemos relajarlos y dejar que cuelguen hacia abajo, los hombros quedarán alzados, el Qi se elevará con ellos, y el cuerpo entero se quedará desprovisto de potencia. ‘Dejar caer los codos’ significa que los codos se relajen y caigan hacia abajo. Si los codos se alzan, los hombros no podrán hundirse, y no podremos impeler lejos al otro. ¿No se asemeja esto a la energía corta de las disciplinas externas?


6. Usa la mente, no la fuerza.

Esto se estipula en el Tratado sobre el taijiquan [2] y significa que debemos confiar sólo en la mente [yi] y no en la fuerza muscular [li]. Al practicar taijiquan el cuerpo entero está relajado [song] y abierto. Si logramos prescindir hasta de la más mínima fuerza bruta [zhuo li], que les pone trabas a nuestros tendones, huesos y vasos sanguíneos, y constriñe nuestro movimientos, entonces nuestros movimientos serán ligeros y ágiles, circulares y espontáneos. Algunos se preguntan cómo podemos ser fuertes sin recurrir a la fuerza. El cuerpo tiene meridianos que son como los ríos de la tierra. Cuando los cauces están abiertos, el agua puede fluir libremente; cuando los meridianos están abiertos, el Qi puede pasar. Si la rigidez bloquea los meridianos, el Qi y la sangre quedarán obstruidos y nuestros movimientos no serán ágiles; si nos arrancan un solo pelo el cuerpo entero se estremecerá. Si por el contrario no usamos la fuerza sino la mente, dondequiera se dirija la mente el Qi seguirá. De esta manera, si el Qi fluye sin trabas, penetrando a diario sin interrupción todos los pasajes del cuerpo, nunca habrá obstrucción. Entonces, tras larga práctica, habremos logrado verdadera potencia interna. Esto, pues, es lo que quiere decir el Tratado sobre el taijiquan cuando dice que ‘solamente de la suavidad extrema viene la dureza extrema.’ Los brazos de quienes dominan el taijiquan son como hierro oculto en algodón, y son muy pesados. Cuando quienes practican las disciplinas externas usan fuerza, esta fuerza es manifiesta, pero cuando tienen fuerza y no la usan, son muy ligeros y flotantes. Es obvio que su fuerza es de un tipo externo, superficial, de energía. La fuerza de los practicantes de disciplinas externas es fácil de conducir y no merece respeto.


7. Unidad del cuerpo superior con el inferior.

La coordinación del cuerpo superior con el inferior es aquello a lo cual se refiere el Tratado sobre el taijiquan cuando dice: ‘La raíz [de la energía] está en los pies; se la emite a través de las piernas; es controlada por la cintura y expresada en las manos. De pies a piernas a cintura debe haber un solo circuito de Qi.’ Cuando se mueven al unísono las manos, la cintura y los pies, se mueve el espíritu [shen] de los ojos. Esto, pues, puede ser llamado la ‘unidad del cuerpo superior con el inferior’. Si una sola parte no se coordina con las demás, la rutina se dispersa y cunde la confusión.


8. Unidad de lo interno y lo externo.

Lo que cultiva el taijiquan es el espíritu. De allí que se diga: ‘El espíritu es el conductor y el cuerpo está a sus órdenes.’ Si elevamos el espíritu de vitalidad, nuestros movimientos serán ligeros y ágiles. Las secuencias no son más que lleno y vacío, abrir y cerrar. Lo que llamamos ‘abrir’ no se limita tan sólo a las manos o los pies, sino que debemos también tener la idea de abrir en la mente. Lo que llamamos ‘cerrar’ tampoco se limita a las manos y los pies, sino que debemos también tener la idea de cerrar en la mente. Cuando lo interno y lo externo se unifican como en un solo Qi, no habrá quiebres en ninguna parte.


9. Continuidad sin quiebres.

La potencia de los practicantes de disciplinas externas es superficial y torpe. Por lo tanto la vemos iniciarse y terminar, continuar y quebrarse. La potencia vieja se agota antes de que nazca la nueva. En este plano cualquiera puede ser vencido. En el taijiquan usamos la mente, no la fuerza. De principio a fin no hay interrupción: todo es completo y continuo, circular e interminable. Esto es lo que los clásicos describen como ‘un largo río que fluye sin fin’ o ‘mover la energía como desenrollando [guan chuan] seda de un capullo.’


10. Buscar la quietud en el movimiento.

Los practicantes de disciplinas externas creen que brincar y agazaparse es pericia. Agotan su Qi y su fuerza, y siempre acaban su práctica cortos de aliento. El taiji usa la quietud para contrarrestar el movimiento. Por ello en la práctica, cuanto más lento, mejor. Cuando nos volvemos más pausados, la respiración se vuelve lenta y larga, el Qi puede hundirse al Dantian, y evitamos los efectos dañinos del pulso agitado. Los estudiantes que ponderen esto con cuidado podrán captar lo que implica.

[1] Versión en castellano de Eduardo Crawley. [2] Taijiquan lun, tradicionalmente atribuido a Wang Zongyue.

No hay comentarios.: